Érase una vez un rey que quiso cubrir su reino con una alfombra para sorprender a su hermano, el rey del país vecino, que venía de visita. Encargó a los artesanos reales que construyesen una alfombra que pudiera extenderse y recogerse con rapidez y quería además que quedase claro que aquella era la alfombra del rey. Los artesanos se pusieron manos a la obra y construyeron una alfombra con las condiciones que pidió su majestad. Cuando acabaron, el rey fue a supervisar el trabajo y quedó gratamente sorprendido cuando descubrió que al recogerla, los artesanos habían logrado algo muy curioso…